lunes, 6 de mayo de 2013

Mourinho "El linchado"



Sobre Mourinho se puede escribir y decir lo que se quiera, pero se pierde demasiado a menudo la perspectiva de que no todo lo que se escribe y se dice desaparece en el aire. No, ya pasaron esos tiempos de los oídos sordos, y menos mal, pues parecía que de pronto el periodismo era insultar.
Dejar que información y opinión se maten a bocados en un callejón sin salida. Es rentable, y fascina, que la gente dé la nota.


Durante los últimos tres años, el periodismo deportivo en España ha entendido mucho de dar la nota. Santiago Segurola,durante mucho tiempo admirado por su subjetividad jugó a los médicos y, radiografía en mano, detectó rápido el problema, eso sí, fuera de España. Habló en La Gazzetta, y así como quien susurra guarrerías a su novia en un vagón de metro, sentenció: “Mourinho es el principal factor de transformación del fútbol español en un lodazal”. Mourinho no va a la montaña, pero la llama, y la montaña va a él, aunque tenga que arrastrar con ella a toda su flora y fáuna. Mourinho vende. Mourinho atrae. Mourinho es la diana. A por él. Los primeros en arrancar la guerra, dicen que por razones de despacho, fueron los medios y periodistas afines a Prisa, con nombres y apellidos Y como funciona, vende y genera ruido, el resto han ido detrás.

Las letras permanecen, de eso no hay duda. En El País, Michael Robinson concedió una entrevista y comparó dos veces a Mourinho, una con un “francotirador”, otra con “un psicólogo al que seguramente le habrían retirado el carnet por mala praxis”. Uno de esos símiles ha costado sendas demandas de Mourinho (la persona, no el entrenador) a Carlos Boyero, quien le llamó “nazi” y a Roberto Palomar, de Marca, quien le comparó con el “típico personaje que se daría a la fuga después de causar un atropello”. En juego en esta última opinión, 15.000 euros de indemnización por vulnerar el honor de una persona. Insisto, de una persona. No de un personaje. Al personaje lo han definido otros, siempre con comparaciones, y la mayoría de ellas más odiosas que de costumbre. El propio Boyero, en una charla digital, advirtió de lo que generaba el entrenador del Madrid utilizando como ejemplo las sangrientas revueltas de Egipto: “Luego pasa lo que pasa, como ayer en Egipto”. Estas charlas digitales han dado para bastante más. 
José Joaquín Brotons dijo en una de ellas que había “cierto toque de nacionalsocialismo en ese grupo de descerebrados que apoyan a Mourinho”, recogiendo la inspiración de Boyero, y atacando de paso a la afición. Una afición a la que por cierto muchos no dudan en llamar yihad, desagradabilísima metáfora que no, no ha salido de boca de Mourinho. Brotons, por cierto, coincidió con el análisis de Segurola en Italia, pero redujo el espacio:“Mourinho es un cáncer para el Madrid”.

No se detiene el muestrario de interpretaciones irrespetuosas, muy lejanas al género de opinión (pues entran de lleno en la descalificación, John Carlin, también periodista de El País, se despachó a gusto, primero comparando a Mourinho con Franco, y posteriormente, contemplando que el entrenador combinaba “la inmadurez de un adolescente complicado con la intolerancia y la exigencia de lealtad absoluta de un dictador militar”. En esta linea de insultos y opinión escupída han ido otros.
Manolo Lama, ese que se dedíca a humillar mendigos entre otras cosas se ha referido a él en los términos “cagón”, “caradura” y “macarra”, el mismo día que explotaba asegurando que él no iba “a mamársela a Mourinho” y exhalando un enfado palpable al aire soltó lo siguiente: “¿Se piensa que todos los que oímos somos gilipollas?”. De acuerdo, un mal día lo tiene cualquiera. Lo curioso es la cantidad de veces que están coincidiendo los ‘malos días’ de tantos profesionales de la comunicación, y que todos ellos se desestresen apretando el mismo gatillo. Guasch falseó la voz para llamarle “gilipollas” en la Cope, 
Jordi Guardiola (ONA FM) le comparó con Bin Laden en un desafortunado momento de éxtasis del que posteriormente se redimiría. Son expresiones, ideas, altanerías, que entiendo no corresponden a un periodista, sino a un colega en un bar. Quienes pelean por la libertad de expresión no disimulan muy bien  saber utilizarla.

Pero por encima del insulto, despreciable y animal, que tanto derecho tienen los periodistas a emitir como Mouriho a denunciar, está lo que ya alcanza cotas de maldad tan asquerosas como meterse con su familia. Por ejemplo, cuando se intentó escarbar en busca de una supuesta infidelidad del entrenador a su mujer. O cuando se omitió en muchos medios que a su hijo le llamaban de todo, muy probablemente a causa de lo que hace y dice su padre. Ahondar en la vida personal de un hombre y querer socavar la paciencia de alguien que está en España, para bien o para mal, desempeñando su trabajo a mi parecer no le corresponde a nadie y ménos a la prensa deportiva. Podría seguir pero pienso que os aburriría ya que todos sabémos el calvario de Mourinho desde que aterrizó en Madrid.
Con esto termíno y te dígo: "Xóse, ojalá donde vayas encuentres la felicidad y te aprecien como mereces" Aquí tienes un seguidor de por vída.

@eRMaxu