Como buen extremo nunca supo de términos medios: fue "Juanito" o "Don Juan", héroe o villano. Temperamental dentro y fuera del campo, estuvo durante más de diez años en primera fila de la actualidad madridista. Juan Gómez González jamás defraudó a los que esperaban que sus actuaciones en el Real Madrid y en la selección le acreditaran como uno de los "grandes". Como tampoco defraudó a los que pensaban que, por encima de todo, estaba su amor hacia la institución blanca. Todavía hoy, más que nunca, sigue en el corazón de todos los madridistas.
Juan Gómez "Juanito", nació el 10 de noviembre de 1954 en Fuengirola (Málaga). Como tantos otros chicos de su edad, aprendió a jugar al fútbol en la escuela de la calle. Será allí, en la calle, donde marque sus primeras pasiones... Y se meta en las primeras peleas. "Era el peleón de mi barrio -diría más tarde-. Siempre estaba metido en líos. Y me daban.
Tras sus primeros escarceos con el Fuengirola ficha por el Atlético de Madrid. No debuta hasta que no cumplió los 15 años. De aquí en adelante, su ascenso es espectacular. Su proyección es tan rápida como su juego. Del juvenil pasa al filial de Tercera, cuando aún no había cumplido los 16 años. Vuelve al conjunto de su ciudad natal pero la llegada del alemán Max Merkel y sus deseos de contar con el jugador, hace que éste, que ante todo desea triunfar en la elite del fútbol, vuelva al club colchonero con el que firma unas nuevas condiciones: 250.000 pesetas de ficha y 22.000 de sueldo.
Jugando contra el Benfica, a beneficio de los damnificados de Managua, en una jugada desafortunada se rompe la tibia y el peroné tras un choque con Henrique. Juanito tarda toda una campaña en recuperarse, y cuando lo hizo, Juan Carlos Lorenzo, a la sazón entrenador de los rojiblancos, no cuenta con sus servicios.
Por fin, José María Negrillo, un hombre que siendo entrenador del Madrileño pudo comprobar la calidad del jugador, decide llevárselo al Burgos. El primer año de Juanito en el conjunto castellano fue difícil, ya que el equipo estuvo a punto de descender. Cumplida la temporada, el Atlético le da la baja definitiva y el malacitano ficha por el Burgos. Juega un gran partido en Madrid, ante el Atlético, demostrando la equivocación del club rojiblanco al dejarle escapar. A este partido le suceden otras extraordinarias actuaciones que hacen que el seleccionador nacional, Ladislao Kubala, se fije en él y le lleva a Montreal. Juanito se convierte en un jugador codiciado, sus días en el Burgos estaban contados.
Por fin, José María Negrillo, un hombre que siendo entrenador del Madrileño pudo comprobar la calidad del jugador, decide llevárselo al Burgos. El primer año de Juanito en el conjunto castellano fue difícil, ya que el equipo estuvo a punto de descender. Cumplida la temporada, el Atlético le da la baja definitiva y el malacitano ficha por el Burgos. Juega un gran partido en Madrid, ante el Atlético, demostrando la equivocación del club rojiblanco al dejarle escapar. A este partido le suceden otras extraordinarias actuaciones que hacen que el seleccionador nacional, Ladislao Kubala, se fije en él y le lleva a Montreal. Juanito se convierte en un jugador codiciado, sus días en el Burgos estaban contados.
El 19 de noviembre de 1976 ve cumplido, por fin, su gran sueño: fichar por el Real Madrid. Como él mismo reconoció posteriormente, "llegar a esta casa era cono tocar el cielo, pues prefería ante todo al Real Madrid como equipo y a Madrid como ciudad". Sus palabras escondían un secreto anunciado a voces: El Barcelona también pujaba por él, pero el Madrid se le adelantó por muy pocos días. El malagueño se incorpora al Real Madrid en la temporada 1977-78, debutando con la camiseta blanca en México, ante el Guadalajara. Ese mismo año juega su primer partido en el Camp Nou, de imborrable recuerdo. El extremo hizo un partidazo, colaboró de forma decisiva en dos de los goles y el Madrid ganó 2-3, rompiendo una racha negativa que duraba siete años. Todo ello a pesar de estar aún convaleciente del botellazo sufrido días antes en Belgrado, jugando con la selección, y en donde el combinado español obtuvo el pasaporte para a Argentina tras doce años de ostracismo sin participar en un Mundial.
Una década de blanco
En los diez años que militó en el Real Madrid, Juanito fue capaz de dividir a parte de la parroquia blanca en dos corrientes de opinión. De un lado estaban sus admiradores, defensores a ultranza del temperamento racial. Del otro lado, los que preferían para el Madrid un modelo encorsetado, más conservador, de hacer y no decir. Pero ninguno discutía que el andaluz era un buen jugador, "a veces grande". En sus diez años en el Club consigue dos Copas de la UEFA, cuatro Ligas, dos Copas del Rey, una Copa de la Liga. Además, fue subcampeón de la Copa de Europa (1981) y subcampeón de la Recopa (1983). A título individual obtuvo un "Pichichi" en la Liga con 17 goles (1983-84).
Pero tuvo un lunar. En abril de 1987, ante el Bayern de Munich en la Copa de Europa. Juanito le pisó en la cabeza al alemán Mattahus y el árbitro del encuentro le expulsó del terreno de juego. Su temperamento impulsivo le costó una sanción que significaría el adiós definitivo a Europa y al Real Madrid.
Pero tuvo un lunar. En abril de 1987, ante el Bayern de Munich en la Copa de Europa. Juanito le pisó en la cabeza al alemán Mattahus y el árbitro del encuentro le expulsó del terreno de juego. Su temperamento impulsivo le costó una sanción que significaría el adiós definitivo a Europa y al Real Madrid.
Madridista hasta el final
Fue líder de un equipo dotado de una impresionante fortaleza, de un tremendo espíritu que nacía de hombres tan raciales como Benito, Camacho, Stielike, el propio Juanito y otros más que ofrecieron “su vida” por el Club. Juanito, “aprendiz de todo y maestro de nada”, que gustaba definirse, era capaz de transmitir estos sentimientos porque sólo los que han llorado alguna vez sobre el escudo blanco pueden hacerlo.
Un fatídico 2 de abril la carretera segó la vida a uno de los hombres que más amó a nuestro Club, cuando había madurado y ennoblecido, como los grandes vinos, y el que pasito a pasito recorría, inexorablemente, el camino que le llevaría a ocupar el puesto que tanto anhelaba, ser entrenador del Real Madrid. Juanito se fue y nos dejó con el corazón roto en mil pedazos.
Juanito fue un jugador imprevisible, trabajador siempre, sufrido. Un hombre que sintió profundamente los colores del Real Madrid.
Juanito siempre presente.
Juanito siempre presente.
César.G.C
@eRMaxu
@eRMaxu
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